miércoles, 19 de octubre de 2022

CREACIÓN DEL CENTRO EXCURSIONISTA

CREACIÓN DEL CENTRO EXCURSIONISTA DE CAUDETE

Por Pablo Martínez

La afición por la montaña ha estado presente desde siempre en algunas personas que han disfrutado de subir a las sierras y montes que nos rodean. Esta actividad se ha desarrollado, en el ámbito de amigos y compañeros, como una aventura exploratoria típica de cualquier persona con afición al monte. Debemos mencionar como primera asociación que promueve el gusto por la montaña a la Cofradía de Santa Bárbara, que ha ido transmitiendo la tradición de la subida a la Sierra Santa Bárbara en el día de su fiesta, el 1 de mayo.

La exploración de cuevas también seguía esa misma pauta entre los caudetanos por la presencia, en otro tiempo sin destruir, de la Cueva Santa. La entrada a la cavidad ha sido repetida con los utensilios que cada época ofrecía.

Nuestro grupo de amigos no fue ajeno a estas actividades y también tomamos contacto con la Cueva Santa y nuestros montes. En el otoña de 1976, uno de nuestros amigos, nos informó de la existencia de una cueva poco conocida en la Sierra Lácera. En cuanto tuvimos ocasión nos encaminamos en su búsqueda y encontramos la boca de la cueva. Realizamos nuestra primera incursión en aquella cavidad y tras atravesar una gatera, nos encontramos con una zona amplia en la que pudimos seguir de pie. Dejamos en ese sitio la exploración y volvimos al poco tiempo mejor pertrechados. La cueva, de pequeñas dimensiones, quedó completamente explorada y cuando salimos decidimos que eso era lo nuestro. Acordamos crear un grupo cuyo objetivo sería encontrar cuevas por nuestros montes y explorarlas.

Organizamos el grupo con aportación de dinero para compra del material que se necesitara y le pusimos un primer nombre Grupo de Espeleología y Montaña (sustituido más tarde por Grupo Speleo-Karst). Lo de espeleología lo supimos gracias a la biblioteca del pueblo (entonces no existía internet) en la que pedimos libros sobre cuevas. Tenían uno antiguo, Los misterios del mundo subterráneo de Anton Lübke, que nos fascinó dejando en nosotros una huella imborrable.

Nuestros primeros pasos, corría el mes de noviembre de 1976, consistieron en recabar información de nuestros paisanos sobre cuevas y simas de nuestro término. No podía faltar nuestra visita a la Cueva Santa, facilitada gracias a nuestro amigo el fraile Desiderio, que con el Renault 4 del Convento, nos acercó a esta cueva, colaborando activamente en nuestras exploraciones. Desde el instituto de Villena también recibimos información de unas simas en Peña Rubia, que visitamos y exploramos con cuerdas de cáñamo y de manera poco ortodoxa, descolgándonos Fray Desiderio como si fuéramos sacos. Más adelante nos fabricamos nuestra propia escalera de unos trece metros con cuerda y travesaños de madera. Entretanto empezó a llegar a nuestros oídos la existencia de una sima en la zona del Granillo.

Contactamos con una persona que la conocía personalmente, e incluso hicieron una incursión en sus tiempos utilizando cable de acero y cabestrante de albañilería, alcanzando el fondo del primer pozo de la sima. Se trata de Francisco Pérez García, Kiko, el de las motos de trial, el cual nos dio detalles para encontrarla. Tras dos intentos fallidos acercándonos en bicicletas de paseo de entonces, acordamos que nos llevaría personalmente a la boca. Una mañana de principios de septiembre de 1977 cumplió lo prometido y vimos, por primera vez, la boca del Alto la Sima.

Allí nos comentó que conocía a un caudetano, Juan Sánchez Hernández (Juan Metalla), que practicaba espeleología, desde hacía algún tiempo, con un grupo legalmente constituido y que nos podía presentar para que nos diera información sobre este deporte y la manera correcta de abordarlo. Podríamos ver un casco de espeleología con lámpara de carburo por primera vez. Nos presentamos en su casa una tarde de viernes si no recuerdo mal. Quedamos entusiasmados viendo su casco, nos informó de sus andanzas por el mundo de las cuevas, nos confirmó que había explorado Hundidero Gato, famosa por el accidente mortal del espeleólogo José Manuel Vera Catral en diciembre de 1976.

Juan Sánchez nos entregó entonces unos folios de inscripción en el club al que pertenecía, el Centro Excursionista de Bocairente, y quedamos unos días después para entregárselos con los datos que se nos pedían. Cuando volvimos con los impresos preparados nos dijo que había pensado que se podría crear un Centro Excursionista en Caudete, que sería mucho mejor para todos. En aquellos años, se necesitaba un mínimo de 25 personas para registrar un grupo y adherirlo a la federación correspondiente. Nos pareció una muy buena idea y se encargó de buscar gente que pudiera estar interesada. Ya había por entonces grupos de amigos que hacían montaña y espeleología de manera autodidacta e independiente. José María Agulló Cantos exploraba cavidades con sus amigos, así como Juan Francisco Solera Menor, que, por influencia de su padre, tesorero de la Cofradía de Santa Bárbara, realizaba también excursiones y aventuras por nuestras montañas. Así que en poco tiempo se empezó a tramitar la inscripción y legalización del Centro Excursionista de Caudete. Así, en diciembre de 1977 quedó registrado y constituido legalmente el Centro Excursionista de Caudete, que fue adherido a la Federación Valenciana de Montañismo y al Comité Nacional de Espeleología (no existía la espeleología como federación aparte, sino que estaba incluida en las federaciones de montaña). En enero de 1978 recibíamos nuestras primeras licencias federativas y comenzaba nuestra andadura.

Como curiosidad, se completó de sobra el número requerido e incluso algún bebé fue inscrito al poco de nacer como socio. En el local del Centro Excursionista se conserva el libro de socios en el que aparecen todas las personas que han formado o forman parte de esta aventura.

 







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