Cañón de Viandico. A finales de junio los ríos del Pirineo estaban "demasiado alegres" para nuestro gusto. Decidimos escoger algunos más tranquilos al pie del Perdido, muy próximos al Cañón de Añisclo.

Ponerse los neoprenos con el calorcillo siempre es algo engorroso.

Enseguida las pozas te incitan a los saltos

El color de las badinas embelesan en todo momento

La parte más divertida, como siempre, los saltos.

Cuando los saltos son demasiado peligrosos, el rápel nos introduce de nuevo en el cañón
Cañón de las Gloces. Otra joya de las inmediaciones del Parque de Ordesa. Las aguas de estos ríos son especialmente frías, pero con los neoprenos estás deseando introducirte en el agua.

Es un cañón muy oscuro, casi tenebroso, y eso es parte de su encanto

Nos parece que estamos haciendo espeleología


Se acaban las estrecheces y la luz inunda de nuevo el cañón.
¡Vaya joya pirenaica!
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